Había pasado mucho tiempo, y quizá ya no tenía sentido. Es verdad que no fue capaz de mirarle a los ojos mientras lo hacía, pero se lo dijo:
- Yo si fui a por ti. Pero te habías ido sin despedirte.
Él tragó saliva, y ella continuó:
- Todos dijeron que no tenías por qué despedirte. Que tú sabías lo que hacías. Que algo te ocuparía en otro lugar y no tenías porqué contármelo. Incluso…incluso yo me dije a mí misma que tú no sabías el daño que me estaba causando aquello. Que en el fondo era mi culpa porque nunca te dije la verdad. Pero no conseguí creerlos, tampoco a mí misma.
El viento llevó algunos mechones de su larga melena a su cara, y con ello a una breve pausa de unos segundos que le dieron fuerza a la joven para levantar la cabeza y mirarle a los ojos:
- Aunque no te lo dije, e incluso lo negué cuando tú me lo preguntaste, era un hecho que yo si estaba enamorada de ti. Que para mí si había sido importante. Que me ibas a partir el corazón si te ibas, por mucho que entendiera que lo hicieras.
Las últimas palabras parecieron decirle al chico que era su turno para agachar la cabeza. Ella aceptó su respuesta, y acabó su monólogo:
- Siento si luego…no estuve a la altura. De veras lo siento. No era mi intención…Pensaba que si no me alejaba y me veías así te sentirías culpable, y no quería hacerte daño. Por eso nunca te diré nada de esto.