Podría escribir sobre las cosas buenas que ha tenido
este año y de la superioridad de éstas respecto a las malas. Podría también enumerar
propósitos para el 2014 o exponer las lecciones aprendidas en el 2013. Sin
embargo no quiero hablar sobre lo mejor de este año, sino sobre lo mejor de mi
vida. Y lo mejor que me ha dado esta vida es mi familia.
Podría
llenar cientos de páginas sobre cada uno de los que la componen o de los que
llevan tiempo cuidándonos desde el cielo. Podría hablar de los dos hermanos a
los que quiero con locura y por los que sería capaz de hacer cualquier cosa.
Pero hoy voy a escribir sobre mis padres. Al fin y al cabo, ellos son los que
me lo han dado todo, incluso esta familia a la que quiero tanto.
Quería recordaros lo injustos que somos muchas veces
con ellos. Es difícil entender que también tienen derecho a equivocarse, nos
cuesta hacernos a la idea de que son personas como nosotros. Que un día fueron
adolescentes. Que también salieron de fiesta y lloraron porque tenían miedo. Pero sobre todo tardamos mucho en ser conscientes de
que cuando nos hacemos daño a ellos también les duele. Que cuando nos
equivocamos ellos también se caen. Y que son ellos los que más se alegran de
nuestras alegrías.
Sí. Ahora lo sé. Sé que mi padre es un héroe y mi madre sabe pelear con
más arrojo que un ejército. Sé que aunque la vida les ha pegado fuerte muchas
veces, ninguna se rindieron. No miento si digo que jamás los he visto mirando
hacia otro lado cuando llegan los problemas. Ellos cogen al toro por los
cuernos e intentan hacer las cosas lo mejor que saben. Y lo hacen todo por
nosotros y para nosotros.
Nunca he visto a mi padre negándole la sonrisa o el
perdón a nadie. Nunca lo he visto perder la paz por ningún problema. Tampoco he
visto a mi madre dejar de creer en la gente. Ella siempre ha sabido encontrar dónde
se esconde lo mejor de cada uno.Así que duele hacerse mayor y darse cuenta de lo
injustos que hemos sido a veces con ellos. Ellos, que nos lo han dado todo, y
que se levantan todos los días para luchar por nosotros. Para nosotros.
Hace poco mis padres
me dijeron que mis hermanos y yo éramos lo mejor de ellos. Hoy escribo
esto para decirles que ellos son lo mejor que la vida ha podido darme. Y que sé
que nunca me dejarían pensar esto, pero siempre he sido la oveja
negra y lo
cierto es que lo pienso, así que lo voy a dejar escrito: yo me conformo con llegar a ser la mitad de la mitad de lo que son
ellos.