miércoles, 15 de mayo de 2013

Engaño

Las peores mentiras son las que nos contamos a nosotros mismos. Los peores engaños son los que nos consentimos.
Irresponsables. Nos empeñamos en caer, en rompernos el alma por un segundo de pura apariencia y mentira. Por un tiempo limitado en que la vida nos cuente la farsa que estábamos persiguiendo. Por fingir que nos llena, que de verdad queremos eso.
Insensatos. Nos obligamos a no pensar, a dejarnos llevar. A mirar a malas penas para no ver la verdad.
La verdad estaba ahí desde el principio.Estaba ahí, pero alguien le pidió que se callara.
Que te engañaras ahora, te dijo, que ya lo arreglarías mañana. Que no pensaras. Te convenció para que te envolvieras otra vez en una felicidad vacía, en una historia acabada, en unos labios que no te merecen, que nunca te han merecido.
Salías ya por la puerta. Habías quedado con ella. Sabías que como otras veces iríais al bar que estaba debajo de su casa. Que te diría que estaba arrepentida, que te había echado de menos. Que no volvería a pasar. Que esta vez sería diferente.
Salías ya por la puerta. Pero una voz te pidió que no te engañaras esta vez. Que no tuvieras miedo a la verdad. Te dijo que no fueras, que volvieras. Que volvieras a recordar que no lo necesitas. No necesitas engañarte. Te recordó que hay otro camino, otros besos. Hay algo más. Algo mucho mejor. Algo que merece la pena. Algo que nunca habías planeado, que siempre habías querido. Algo de verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario